Consumir fresas para estar más sanos
Las fresas y los fresones crecen en el fresal, planta que pertenece a la familia de las Rosáceas y al género Fragaria. Esta familia incluye más de 2.000 especies de plantas herbáceas, arbustos y árboles distribuidos por las regiones templadas de todo el mundo. Las principales frutas europeas, además del rosal, pertenecen a esta gran familia. Las fresas y los fresones son unas de las frutas más apreciadas y evocan el inicio de la primavera. Se conocen en el mundo más de 1.000 variedades de fresón, fruto de la gran capacidad de hibridación que tiene esta especie. Según las variedades, los fresales florecen desde finales del invierno hasta principios del verano, por lo que los frutos maduran durante toda la primavera y bien entrado el verano; desde el mes de marzo hasta julio. Estas frutas desprenden un perfume inconfundible cuando se encuentran en su punto óptimo de consumo que les hacen reconocibles a distancia. El calor, el transporte y la humedad son sus mayores enemigos, deteriorándose con suma facilidad debido a su estructura delicada, tierna y poco consistente.
Son una excelente fuente de vitaminas antioxidantes, vitamina C, betacarotenos y vitamina E, que nos protegen de la acción de los radicales libres implicados en el envejecimiento celular, cáncer y otras enfermedades como la aterosclerosis.
Contienen agua en elevada cantidad, hidratos de carbono en proporción moderada, calcio, hierro y potasio y cantidades mínimas de proteínas, grasas. Así mismo son una buena fuente de fibra alimentaria.
En su composición están presentes una serie de sustancias no nutricionales que, sin embargo, realizan interesantes y saludables acciones sobre el organismo.
Su color es debido a la presencia de unos pigmentos vegetales llamados antocianos que también son responsables de sus propiedades antioxidantes. Al mismo tiempo son diversos los ácidos orgánicos que contiene como ácido salicílico y oxálico.
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